Mitos y verdades sobre las pesadillas de los niños

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Ante las pesadillas que aterrorizan a los pequeños, nos sentimos desorientados: ¿podemos hacer algo? ¿Qué? Esta rápida puesta a punto nos ayudará a entenderlas mejor y a encontrar el modo de afrontarlas y de calmar al niño.

«Las pesadillas no sirven para nada.» ¿Verdadero o falso?

FALSO. Las pesadillas resultan muy útiles porque sirven de válvula de escape que permite liberar las tensiones, angustias y emociones negativas vividas a lo largo del día. Durante el sueño, el cerebro «indaga» en el inconsciente para recuperar lo que el niño ha ido acumulando en él y, a partir de ese material, fabrica pesadillas. ¿Tu hijo siente celos de su hermanita? Pues sueña con un cuervo gigantesco que se la lleva. Gracias a esta pesadilla, puede expresar su hostilidad sin sentirse culpable y, de este modo, eliminar presión.

«Para tranquilizarlo, los padres pueden llevarse a su cama al niño.» ¿Verdadero o falso?

FALSO. Un niño que se despierta bajo el efecto de una pesadilla no distingue claramente la realidad y el sueño que acaba de tener. Por eso está tan asustado. Por lo tanto, es indispensable calmarlo, cogerlo en brazos y, sobre todo, hablarle: «Ese pájaro tan grande no existe de verdad. Es sólo una historia que te has inventado tú». Conviene encender la luz para ayudarlo a salir del sueño y contarle algo agradable para desviar su atención del recuerdo de la pesadilla. Sin embargo, no es recomendable trasladarlo a la cama de los padres: al encontrarse entre ellos, en un lugar que no es el habitual de un niño, puede sentirse confundido y llegar a angustiarse, lo que podría generar nuevas pesadillas.

«No es imprescindible despertarlo» ¿Verdadero o falso?

VERDADERO. Si el niño está aterrorizado y tiene los ojos abiertos, pero parece que no nos oye, no se trata de una pesadilla: es un terror nocturno. Las pesadillas sobrevienen en la segunda parte de la noche, durante la fase de sueño paradójico; los terrores nocturnos se producen en la primera parte de la noche, durante el sueño lento profundo. No hay que hacer nada especial, salvo vigilar que el niño no se haga daño al moverse. Hablarle no sirve de nada, porque no nos oye: está dormido. De hecho, al día siguiente, no se acordará de nada. Hay niños que nunca tienen terrores nocturnos; otros sólo los tienen cuando están muy cansados y se sumergen en un sueño demasiado profundo.

«Las pesadillas son síntoma de alguna dificultad» ¿Verdadero o falso?

VERDADERO. Si el niño tiene más de una pesadilla a la semana, y con más razón si las tiene todas las noches, está claro que está pasando por un momento difícil: hay algo que le está alterando. Los padres tienen que averiguar qué es para buscar la solución. Los acontecimientos que pueden provocar pesadillas en el niño son numerosos: un conflicto con un amiguito, el nacimiento de un hermano, una mudanza, una maestra o una cuidadora nuevas, desavenencias entre el padre y la madre, la enfermedad de un abuelo, etc. Sin tratar de interpretar al pie de la letra las pesadillas que el niño pueda contar, sí se pueden rastrear ciertos indicios: las pesadillas de los chiquitines son mucho más transparentes que las de los niños de más edad y que las de los adultos.